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Historia de una botella


Perspectiva. Historia. Mirar hacia atrás. Valorar el pasado y apreciar el presente.

Alguna vez alguien muy entendido mencionó que un gran vino puede ser testigo de la historia de una región y hasta es capaz de demostrar la evolución de un país.

Un vino, es la gente que lo elaboró, es el clima, son sus costumbres. En los grandes vinos cargados de historia, como los Grand Cru bordeleses, lo que importa no es que esté elaborado de la cepa más prestigiosa, ni la más vendida del país, el valor lo adquiere por su origen, la historia que cuenta.

Un buen ejemplo es Trapiche Medalla, uno de los primeros vinos de alta gama de Argentina, etiqueta presentada allá lejos, en 1983, para festejar el centenario de la emblemática bodega mendocina. Por aquellos años, el Malbec aún no era la cepa más reconocida ante el mundo.

Así, aquella primera botella de Medalla fue elaborada al modo de los prestigiosos châteaux de Burdeos, como un corte de los mejores vinos tintos guardados de la casa: un 80% de Cabernet Sauvignon (de los años 1974, 1975 y 1976), un 12% de Merlot de 1975 y un 8% de Malbec de 1976. Más de 30 años pasaron de aquel primer Medalla, y hoy luego de años de silencio resguardadas al abrigo del sol, detenidos en el tiempo, escasas botellas de estibas reservadas estarán al alcance de los apasionados que valoran el paso del tiempo.

Historia de una botella

La prestigiosa etiqueta no sólo sigue vigente, sino que crece sumando anécdotas de la mano de sus más recientes integrantes, un Chardonnay, un Malbec y un Cabernet Sauvignon que rinden homenaje a la Primera Zona vitivinícola Mendocina, donde nació el vino argentino, esa maravillosa región que incluye a Luján de Cuyo y a Maipú.

“De allí son los viñedos que dan vida a nuestro emblemático corte tinto, Trapiche Medalla es un vino que puede contar la historia de la vitivinicultura argentina”, explica Daniel Pi, director de Enología de Bodega Trapiche quien junto con Sergio Case son los encargados de la elaboración de este vino. Y hay que darle la razón: Medalla nació originalmente como vino de tonel; recién en 1986 comenzaron a incorporar barricas nuevas francesas. Luego, el Merlot fue reemplazado por Cabernet Franc, se aprovecharon las nuevas tecnologías de la bodega y el vino creció en calidad y profundidad, junto a los cambios en los viñedos. Pero lo que nunca cambió es su esencia y estilo. Tras probar varios Medalla de diferentes añadas, se los reconoce como verdaderos clásicos eternos.


Retrospectiva

Este año la bodega que cumple abrió su cava para liberar una acotada cantidad de botellas de diferentes añadas, que pueden encontrarse en algunas pocas vinotecas y en exclusivos restaurantes. Cada botella se entrega en un estuche individual de madera o en una presentación especial de cuatro botellas de diferentes cosechas (1994, 1996, 1997 y 1999) que permiten evocar esa rica historia. En todos los casos, las botellas se entregan con su tapón original y una réplica exacta de la etiqueta, que a lo largo de los años fue evolucionando.


La historia, el presente y el futuro de un país pueden leerse como en un libro, a través de sus mejores vinos. Y en esas páginas, repletas de sabores y placeres, Trapiche Medalla es un capítulo destacado.